La Chulapona es una Zarzuela en tres actos, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw y música de Federico Moreno Torroba, estrenada en el Teatro Calderón de Madrid el 31 de marzo de 1934.
Federico Moreno Torroba nació en Madrid el 3 de marzo de 1891. Se consagró con La Marchenera en 1928, obteniendo el éxito definitivo en 1932 con Luisa Fernanda. En 1934 repitió triunfo con La Marchenera. La Guerra Civil interrumpió su brillante carrera, pero al finalizar el conflicto se mantuvo en auge, produciendo una zarzuela tras otra, contribuyendo de esta manera a mantener vivo el género.
La Chulapona está considerada como obra representativa del casticismo madrileño dentro de la zarzuela grande que había sentado precedente Doña Francisquita. Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw plantean una trama que se aleja de los moldes tradicionales, para crear una historia que respira humanidad, con personajes psicológicamente estudiados y una trama que está más cerca de la tragedia que de la propia comedia.
En el apartado musical, Federico Moreno Torroba vuelve a mirar hacia el siglo XIX, como hizo con Luisa Fernanda, salvo que en La Chulapona trata de recrear más el casticismo que el historicismo de su predecesora, creando una partitura de gran aliento lírico, llegando a momentos de intenso dramatismo, gracias a un gran libreto, repleto de situaciones musicales y de gran calidad literaria.
El último acto tiene lugar en los viveros de la villa, donde se celebra una boda y los invitados cantan y bailan. Éste es el contexto del Chotis que cantaremos.
El chotis es una música y baile con origen en Bohemia. Su nombre deriva del término alemán Schottisch («escocés»), una danza social centroeuropea a la que en Viena se quiso atribuir su origen a un baile escocés. Se puso de moda en casi toda Europa durante el siglo xix y se extendió a América.
El chotis llegó a Madrid en 1850 y ha quedado noticia de que se bailó por primera vez en el Palacio Real, la noche del 3 de noviembre de 1850, bajo el nombre de "polca alemana". Se hizo luego popular y baile castizo por antonomasia del pueblo de Madrid. Se baila en pareja al son de un organillo, y durante el baile la mujer gira alrededor del hombre, que a su vez va girando sobre su propio eje, de ahí que se haya hecho popular el dicho de que "no se necesita más que una baldosa" para bailarlo. Es típico verlo bailar en las verbenas de Madrid: las mujeres ataviadas con un mantón de Manila y pañolón cubriendo media cabeza, y los hombres, mirando siempre al frente y vestidos con chaleco, pantalón de rayas y una parpusa (gorra chulapa).